martes, 8 de abril de 2014

Contexto Histórico

EL CONTEXTO HISTÓRICO-SOCIAL

A partir del primer tercio del siglo XIX en el estado español, especialmente en Cataluña, se produce el surgimiento y progresiva organización de los movimientos obreros (vinculados en buena medida al desarrollo industrial y las deficientes condiciones de trabajo a las que estaban expuestos los obreros). A partir de las revoluciones europeas de 1848 se produce el nacimiento de diversas escuelas-taller, siendo una de las más relevantes el Ateneo Catalán de la Clase Obrera, creado en 1861 y en el que se impartían clases nocturnas para obreros de lectura, escritura, aritmética y dibujo lineal. En este sentido, en el Primer Congreso de la Asociación Internacional de Trabajadores se remarcó la necesidad de educación en tres frentes: el intelectual, el gimnástico y el tecnológico, llegando a fijar un aumento progresivo del trabajo productivo-formativo en función de la edad del niño-joven. El creciente incremento de la organización de la clase obrera y su articulación en los diversos movimientos políticos fomentará un amento de las experiencias educativas de diverso corte tanto en el marco europeo como en la Península Ibérica (especialmente en zonas industriales como es el caso de Cataluña). Las diversas experiencias educativas desarrolladas por asociaciones obreras nacidas a partir de la revolución Gloriosa (1868) serán canceladas a partir de la restauración borbónica en la figura de Alfonso XII (1874).


La figura de Francesc Ferrer i Guàrdia se inserta plenamente en el momento histórico en el que vivió. Sus planteamientos, acciones y objetivos son un reflejo fiel del convulso proceso de emancipación y lucha del movimiento obrero frente a los Estados liberales y al sistema de producción nacido de la Revolución Industrial. En cierta medida, el objetivo pedagógico de la Escuela Moderna supone más una reacción frente a los elementos dominadores de la sociedad y sus metodologías educativas que un proyecto plenamente alternativo y libre. De este modo, el anticlericalismo surgirá como elemento de rechazo al gran poder detentado por la Iglesia en la esfera político-social y especialmente en el marco educativo. El planteamiento de una escuela antipatriótica se basará en el rechazo de Ferrer frente a la construcción del Estado liberal en el que, por un lado, el sentimiento nacional justificará la lucha entre los individuos de los diferentes pueblos históricos y, por otra parte, en el que los diferentes Gobiernos intentarán controlar y aprovechar para sus fines el sistema educativo estatal.


Hemos de tener también en cuenta el momento que la educación vive en el Estado español en la época del autor. Los datos que arrojan las diferentes pesquisas gubernamentales son esclarecedores. En el caso de Cataluña, una de las Comunidades más industrializadas y desarrolladas del Estado Español, vemos como los datos de analfabetismo oscilan entre el 35% de hombres y 48% de mujeres analfabetas en la provincia de Barcelona, y el 53,27% de hombres y 70% de mujeres analfabetas en Tarragona, siendo para el total del Estado español un 52,5% de hombres y un 65,8% de mujeres analfabetas en 1910. Al mismo tiempo, diferentes consultas e inspecciones realizadas a los distintos centros educativos muestran el mal estado de salubridad y condiciones, que contribuían a que, en muchos casos, los centros escolares se erigieran como punto de contagio de infecciones.


Es en este punto en el que Ferrer tiene especial sensibilidad a la hora de enunciar dos de los principales elementos que hacen de su Escuela Moderna un referente innovador para su tiempo: la coeducación y la higiene en los centros educativos. En el primer caso, cabe resaltar que pese a que la coeducación se estaba llevando a cabo en otras propuestas educativas, Ferrer tuvo la virtud de defenderla como eje principal de su propuesta y, al mismo tiempo, evitar polemizar con los sectores más reaccionarios de la sociedad (especialmente la Iglesia Católica) claramente contrarios a esta práctica. Asimismo, la higiene cobra importancia como un derecho del alumnado, mejorando la salubridad de las aulas y dignificando a la infancia.


De este modo, Ferrer i Guàrdia mantiene una fuerte coherencia entre sus pensamientos y su aplicación en la vida socio-laboral, luchando desde el ámbito educativo (mediante la apertura de la Escuela Moderna) y el divulgativo (mediante la publicación del Boletín de la Escuela Moderna). Será en última instancia la defensa de los derechos de la clase obrera laque, en un repunte de la conflictividad social al inicio del siglo XX, acarreará en primer lugar el cierre de la Escuela Moderna y finalmente acabará con la vida de su promotor con la excusa de los sucesos ocurridos durante la Semana Trágica de Barcelona.



LA VIGENCIA DEL IDEARIO DE LA ESCUELA MODERNA



Desde una perspectiva crítica hemos de entender como incoherentes algunos  posicionamientos de Ferrer como su oposición frente a todo dogma al tiempo que se tendía a reproducir en la escuela algunos de los métodos o razones empleados por la Iglesia o por el sistema educativo estatal. De hecho el trasfondo ideológico de la Escuela Moderna se confunde con la ideología del propio Ferrer, construida en buena medida a través de su experiencia vital. A partir de esta perspectiva se entendería su fuerte aversión a la iglesia católica, su desapego respecto a la estructura familiar (él mismo fue expulsado del entorno familiar por su padre a la edad de 14 años), o su rechazo al sistema político liberal-burgués nacido de la restauración borbónica. Sin embargo, ese bagaje vital de una persona apasionada permitió a nuestro autor defender planteamientos de total vigencia entre los defensores de la pedagogía crítica en la actualidad. Como es el caso de la espontaneidad  del niño defendida por Ferrer alejando el premio y el castigo como hilo conductor de la educación en las aulas (metodología con fuerte presencia en la actualidad). Por su parte en la Escuela Moderna se defiende la capacidad del niño de cuestionar los planteamientos expuestos por el maestro. 

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